
La vida es corta. Rompe las reglas, perdona rápidamente, besa lentamente, ama de verdad, ríe incontrolablemente y nunca te lamentes.
Dice Perogrullo que el pueblo tiene la sabiduría más sólida y digna de crédito de todas las sabidurías: la que proporciona la vida, pero no la vida entendida como el simple hecho de estar vivo, sino como el hecho de vivirla.Algunos dirán ¿para qué es la vida, sino para vivirla?, ¿y qué otra cosa se puede hacer con la vida si no es vivirla?
Pues fíjese, amigo mío, simplemente se puede desperdiciar en tonterías, puede ser que se pase la vida sin obtener consecuencias de sus actos ni de los actos de los demás. Algunas personas, individualmente consideradas, son así, jamás se enteran de nada ni aprenden nada ni aportan nada ni hacen nada salvo vivir para morir sin haberse enterado de cuál es el juego.
Estas personas son como sordos en un concierto de música. Por fortuna ,son los menos, porque incluso la gente menos ilustrada saca conclusiones y hasta llega a tener ocurrencias y opiniones.
De ahí viene la sabiduría del pueblo, que es lenta, pero segura e inapelable. Se juntan varias personas, charlan, comentan y no tardan mucho en decir algo que andando el tiempo se convertirá en una de las verdades de la vida, en una de esas sentencias a las que podemos recurrir con la certeza de encontrar un consejo, una advertencia, una ayuda en momentos de indecisión.
Para mi amigo, la mayor virtud del pueblo es que se fija en la vida. No sólo la mira, no sólo la ve. Se fija en la vida, la vive y esta virtud proporciona una lógica sabiduría, que se irá reflejando en los actos de la gente del pueblo. ¿Y cómo evoluciona la gente del pueblo? Pues admirablemente, porque no sólo es sabia, sino que ha aprendido a conservar y utilizar la sabiduría adquirida. De no ser así, como dice Tony Ramírez en su fantástico libro de esta vida y sus dichos populares. De no ser así todavía estaríamos dándonos garrotazos con los dinosaurios.
Buen tiempo mi gente, lléguese de cuando en cuando por esta dimensión, donde no pretendo comérmela, y mucho menos ser del otro mundo, tan sólo deseo cada sábado ofrecer una lectura fresca para todo el mundo.
Gracias de nuevo por esos correos donde me hacen sentir como una gran cosa, cuando en realidad lo que trato de hacer es lo que le recomiendo hoy: vivir feliz esta vida.
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